28 enero 2010
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Una vez más me he derrumbado. Mi muro inquebrantable de admirada vitalidad y tanto optimismo se ha desquebrajado por las heridas que deja tu ausencia. Mi máscara de fingida felicidad se cae rompiendose en dos, dejando al descubierto unos ojos inundados de lágrimas y una sonrisa repleta de melancolia.
Me duele verme así, me llena de rábia, no controlar mis emociones y dejar que me dominen me llena de frustración, y en un intento loco de racionalizar mis sentimientos le doy vueltas sin sentido buscandole una explicación, pues ya no sé si lloro porque tú te has ido, o lloro porque me he quedado yo.